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domingo, 1 de noviembre de 2009

AVENTURAS PARA LOS MÁS JÓVENES

Hace ya bastantes años, a principios de los 60, los lectores de comic books comenzaron a reivindicar que aquella afición no era para exclusivamente para niños. Los primeros aficionados escondieron su amor hacia los cómics bajo la excusa del coleccionismo (parecía que coleccionar cómics era una afición tan noble como coleccionar sellos, siempre y cuando no disfrutaras leyendo su contenido), y las primeras convenciones giraban más entorno al mundo de la compra y cuidado de cómics antiguos que otra cosa.


Sin embargo, aquellos aficionados iban en serio, y los primeros fanzines no trataban sobre quién era más fuerte, si la Masa o la Cosa, sino que recuperaban autores y series de hacía veinte e incluso treinta años (en un mundo sin Internet ni reediciones, aquello era como decir que habían recuperado autores del medievo), entrevistaban a artistas ya entonces clásicos, etc.

Ya en los 80, con gente como Miller, Claremont, Byrne, Simonson, Wolfman y otros tantos, se hizo patente que los cómics no eran para niños, sino para adolescentes, y en ocasiones para adultos, con Moore y Gaiman como claros ejemplos.


Ahora bien, ¿qué pasa con los niños? En el intento de demostrar cuán adultas eran, las editoriales olvidaron a su público de siempre, a los más pequeños. Hacer cómics para niños parecía una auténtica deshonra, la parte más honda y oscura del mundo artístico.



Sólo hace unos cuantos años, la editorial DC Comics se puso las pilas, y ante el éxito de series basadas en dibujos animados como podían ser Scooby-Doo y las Supernenas, comenzó a ampliar su línea y a publicar divertidas aventuras para niños, con colores asombrosos, guiones simples pero divertidos y fácil lectura. Marvel ha ido a la zaga y, aunque menos coloridos y algo más realistas, sus colecciones para niños han ido ganando un hueco dentro de su producción.


Igual que hay literatura infantil y juvenil, debe de haber cómics para los más pequeños. Como las cifras de ventas han demostrado, tienen su público y, aún más importante, es la manera de hacer que los más jóvenes se aficionen a la lectura en general y a los cómics en particular. Y es que no importa el excelente nivel que puedan tener los cómics hoy día: si sólo se escribe para los lectores habituales, la afición irá extinguiéndose poco a poco.


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